Los nueve buzones y Betito
Desgraciadamente crece en Chiclayo el hedor a cada rato,
Crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y esa naturaleza del hedor, es el hedor dos veces,
y la condición del martirio por soportarlo, voraz, lesiva,
es el hedor dos veces
Jamás, chiclayanos,
hubo tanto hedor en las narices, en la camisa, en la calle
en la vereda y en nuestras mentes,
jamás tanto hedor doloroso,
jamás la incapacidad de gestión arremetió tanto,
jamás el buzón
jugó mejor su rol de ente asesino
!Jamás, señor alcalde fue una obra de saneamiento
Tan mortal
Crece la desazón, hermanos chiclayanos,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la T de Beto Torres, y la V de Javier Velásquez,
y en nuestras narices;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con turbios líquidos,
con propio barro y propia nube fecal!
Invierte el hedor posiciones, da función
en que el hedor acuoso es vertical
al roído pavimento,
el buzón es visto y el agua negra olida,
y esta nariz da nueve aspiradas a la hora
de otro colapso, y nueve snifadas,
y nueve reniegos hembras
a la hora del llanto, y nueve derramamientos
a la hora del nuevo colapso y nueve buzones
y nueve cañerías, menos eficiencia.
El hedor nos agarra chiclayanos,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los calles,
nos clava en las avenidas y las veredas,
nos desclava en las casas, cae perpendicularmente
a nuestro auto valuó, a nuestra baja policía;
y es muy grave oler, puede uno rezar...
Pues de resultas
del hedor, hay algunos
que corren, otros que se manchan, otros que lloran,
y otros que ríen y no se avergüenzan, otros
que sin opinar huelen, y otros
que no huelen por que se acostumbraron (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al desagüe crucificado, a la calle,
inundada y fétida,
llorando, a la limpieza,
a la basura, en general, paisaje,
al estiércol, hecho polvo, a la limpieza, huyendo,
al agua limpia, un ecce-homo,
¡Cómo, hermanos chiclayanos,
Les digo que ya no puedo y
ya no puedo con tanto hedor,
tanto buzón, tanta agua
servida y tanta
inversión dilapidada,
Señor alcalde: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente,
Chiclayanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer:
sacar a puntapiés al causante de tanto hedor.