Ya no sé qué decir, a veces las palabras son cansancio, y luego que el poder judicial resolviera absolver a nuestro alcalde, no hay duda que en realidad nadie o casi nadie piensa en nuestra ciudad, Chiclayo se ha convertido en poco más que un trofeo, una despensa de dinero, un objetivo electoral altamente rentable, y en el Edén de los politiqueros que han vivido y viven de las prebendas.

Y no es que la absolución de Roberto Torres me quite el sueño, porque como todos los que habitan esta ciudad he aprendido a convivir con el indecoro y la pestilencia, simplemente no me resigno a vivir en una ciudad que asiste al desahucio de sus proyectos.

Pero más nefasto puedo parecer al decir que los apristas no desaciertan con un candidato como Beto Torres, quiérase o no, se ha convertido en el paradigma de los migrantes andinos de a pie, cuantos paisanos suyos verán en él un ejemplo de cómo “hacerla linda” en una ciudad costeña, porque aquí ni a propios ni extraños les interesa vivir en una ciudad de verdad.

Y qué decir de los que se dicen verdaderos chiclayanos, quienes nacieron con el tranvía, la iglesia Matriz y añoran el Chiclayo limpio que un día fue, parecen lo que siempre fueron; unos resignados con el magro panorama actual.

Puedo comprender que un señor, que nada tenga que ver con nuestra ciudad, como es el caso de Fidel Rojas Vargas le importe más el dinero de su defendido que los intereses de Chiclayo, pero no puedo entender como Germán Vásquez, Pancho Muro, Jorge Inchaustegui y Ciro Chávez, puedan ser indolentes con el drama de nuestra ciudad y poco o nada les interese la  misma, ayayay… todo sea por defender sus puestos.